jueves, 5 de marzo de 2009

CELESTE

¿Recuerdas aquel día que corrimos tanto y terminamos tirados en la hierba, agobiados, observando cómo los cirros se elejaban de nuestro espacio? Esa mañana subimos en grupo a la montaña, recolectamos frutos, encontramos plantas desconocidas, compartimos comentarios tontos, nos escondimos tú, yo, en fuga, tras uno de esos arbustos frondosos que cómplice ocultó la unión primera de nuestros labios. Chiquillos al fin, encantados, yo de tu miráda infinita, tú de mi voz arrullo. Cara bonita es mi inspiración...
¿Recuerdas que querías aprender a cocinar y me imploraste te enseñara? Esa tarde, después de preparar tu postre favorito, nos sentamos en el techo de la casa a escuchar la música que tanto nos unía, mientras cada nota acompañaban el atardecer. Abrázame a tu corazón y no me dejes ir...
Lo recuerdas perféctamente, lo sé. Tu biblioteca de memorias no está empolvada y ninguna polilla la ronda. Me lo dices cada noche al oido mientras me pierdo en tus susurros, tus manos, tu piel. Mientras nos perdemos bajo la red de estrellas que nos cubren de calor y de universo.

No hay comentarios: