Sin
mar por la vida andas, triste, a la espera de ver pronto ese tu
remanso.
Joven, tibio. Tus ojos dulzura, tu melena suspiro.
Y
es que a la distancia imagino un andar lento lleno de brisa y
melancolía, dador de vida.
Preparas
tu magia en letras y sonetos. Siempre relator de historias, de
poesía, de recuerdos.
¿Cuántos kilómetros pueden dejar de existir con estas ganas de escucharte, tímido, así cerquita?
¿Cuántas
horas, cuantos días?
Esperaré
en las próximas lunas con estambre entre las manos, tejiéndote una
bufanda para ese frío tuyo recalcitrante, lleno de nieve y de
delicia.