martes, 25 de diciembre de 2007

EXTREME CLOSE UP

Tenía la sala llena de pinitos car-freshner, todos black ice. 74 miniaturas desquiciando el aire con su mezcla de perfume masculino y desodorante barato. Inicialmente me atrajo esa extravagancia, no porque me gustara, sino por mera curiosidad. Seguramente detrás de todo había posibles asesinatos y cuerpos en el sótano ocultos por el aroma; descuartizamientos y fragmentos de carne en el congelador dispuestos para el desayuno. Conclusiones inevitablemente hollywoodenses.
A la quinta ocasión de visitarlo descubrí todo. En pleno ajetreo pasional, el susodicho se desvistió a prisa. Botó la camisa y el pantalón a un lado del sofá y los zapatos en una arista de la sala. A los pocos segundos una terrible peste invadió el ambiente. La esquina guarda calzados parecía estar frente a mis narices. No me contuve: vomité, tome mis cosas y salí corriendo a la calle. Ubiese preferido seguir con mis conjeturas cinemáticas.

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