viernes, 6 de junio de 2008

CARBURANDO LETRAS

Podría decirte mil cosas. Dulces, empalagozas, acarameladas, hiperglucosas; podría decirte peladeces, vulgaridades, cochinadas; tal vez una que otra sincera, claridosa, franca, autentica verdad. O puede ser que prefieras las dudas, las preguntas, las incertidumbres, las interrogantes. Tristemente de mis dedos sólo brotan redundancias; por la hora, por el sueño, por la música que tengo de fondo: no lo sé. Pero basta, creo, saber que estoy aquí, frente al monitor, expresándome, expresándote.
Los ojos de arena se cierran, me recuerdan que he prometido no escribir nada público a deshoras, no vaya ser que meta la pata y mi dislexia nocturna llegue y no pueda escribir más la palabra wamiki o rizoma o violín o matatena o, muy a mi pesar, sonrisa de luna.

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