Y reímos desencajadamente tragándonos las lágrimas que saltan sin más. Atiborran ellas nuestros ojos, los obstruyen y tras su vitral, la silueta del quebranto es lo único que se deja ver. Un auricular de por medio.
Ya mañana los suspiros ausentes nos dejarán musitar fragmentos del abecedario.
Mañana habrá un hombro, un abrazo y sosiego. Sólo un poco. Un poco.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario